miércoles, octubre 20

Crónica de un día agitado

Como ya adelanté en mi anterior artículo ¡País de Mierda! hoy, 20 de octubre, tuve que ir al Consulado General argentino en Madrid a revalidar mi pasaporte.

El martirio comenzó a las 3.15 cuando salí del colegio rumbo al consulado, estaba lloviendo y debía caminar unos 15 minutos hasta llegar a la parada del autobús más cercano. Cuando llego a la parada veo que los buhos (autobús nocturno) a esa hora pasan cada 35 minutos, con lo que si ya hubiese pasado el que salía de cabecera a las 3.25 debería esperar hasta cerca de las 4 por el próximo. Afortunadamente aproximadamente a las 3.35 pasó el N21 que me dejó en Cibeles a las 3.50.

Una vez en Cibeles ya había estudiado que había tres búhos que me llevaban al consulado, uno de ellos, el N3 me dejaba en la esquina y los otros a varias cuadras. Afortunadamente la Providencia estuvo conmigo y había un N3 que salió a las 4.00 desde Cibeles. Recorrido el corto trayecto en N3 me bajo en la parada de Ortega y Gasset a las 4.10.

Miro hacia el consulado y veo unas 6 o 7 personas sentadas en la vereda (llovía poco en ese momento), me acerco y me entero que hay una lista en la puerta en la que inscribirse. Me toca el número 22 de los 30 que da el Consulado cada día.

Entre una cosa y otra a las 4.25 llega Miguel, quien le toca el número 23. Miguel es un porteño que está ilegal en España, estuvo viviendo un año y ocho meses en Madrid, luego se fue a Buenos Aires y volvió este año. Estuvo trabajando en la temporada estival en Marbella, luego se fue a Israel, Egipto, buscó trabajo en Granada y ahora quiere irse a Andorra a trabajar en la temporada invernal. Para ello necesita obtener uno de los cupos de trabajadores extranjeros no comunitarios que ofrece Andorra. En el caso de los argentinos lo único que necesita es un certificado de antecedentes penales, trámite oneroso, lento y penoso si los hay en este consulado. Deberá esperar a que el consulado le envíe un papel con sus huellas digitales, luego tendrá que enviarlo a un amigo por correo a Argentina quien deberá presentarlo en la Policía Federal y ponerle la apostilla de La Haya. Por fin se lo remitirá de nuevo por correo a España, pero deberá apurarse para que todo el trámite termine antes de que abra la temporada fuerte en Andorra y que todos los hoteleros y restaurantes contraten personal.

Cuando empiezan las charlas aparece Pedro que ya trabajó en Andorra y da consejos a Miguel. María también busca su certificado de antecedentes penales para ir a Andorra. Más tarde aparece Juan que tambié trabajó en Andorra y piensa volver esta temporada.

Federico viene de Lanzarote, una de las islas canarias, es del sur del conurbano bonaerense, no se lo ve muy instruído pero está muy contento viviendo en la isla, lavando platos por 1500€ por mes, aunque ilegal. Está casado y tiene un hijo recién nacido. Como tuvo su hijo en España tiene una libreta de familia, está inscripto en la seguridad social y espera que a partir de ahí por arraigo en algún momento lo legalicen.

También hay gente de Tenerife, Salamanca, Toledo y de otros lugares de España dentro de la demarcación del Consulado en Madrid. Pocos de Madrid, y el trámite estrella es el certificado de antecedentes penales ya que es necesario para conseguir cualquier trabajo.

Por ahí Miguel comenta que viene de Marbella pero está parando en la casa de unos amigos en Madrid, que el no quiere naa más que poder vivir tranquilo y fumarse sus porritos. Así que Pedro le pregunta si tiene porros, entonces Miguel lo invita a fumar y se arman unos porritos que degustarán también con Federico. Momento perfecto para alejarme y charlar con otras personas.

Daniel cuenta que cuando cumplió 50 años decidió venirse a España, está en las islas canarias con su esposa y dos de sus dos hijos adolescentes hace 5 años. Tiene una hija y una nieta en Argentina a la que no ve hace tiempo y extraña mucho. Aún así está muy contento con su nueva vida y de ninguna forma quiere volver, ni el ni sus hijos.

Y así va pasando la noche bajo la lluvia, charlas con unos y con otros diagnosticando y solucionando los problemas del país en charlas que se repiten y nunca acaban. El desarraigo, las familias, las desiluciones sobre la tierra soñada y la reafirmación general de no querer volver aunque esto no sea un paraíso.

Llegan las 6 de la mañana, abre el primer bar a la vuelta y algunos se van a desayunar. Ya acercándose las 8 de la mañana se empieza a formar la cola. El número 1 se encarga de ponerlos a todos en orden y a esperar. Todos estamos preocupados de que nadie se cuele en el medio porque corremos peligro de perder el número. Especialmente si estamos cerca del número 30.

Llega la hora de la repartija de números, se abre la puerta y empezamos a entrar en fila. Los que estamos entre los últimos nos empezamos a preocupar un poco porque tememos que haya colados, especialmente cuando leemos el cartel que es un número por persona el que se da, independientemente de que se trate de una familia completa. Pero por fin llega el momento y me dan el número correcto, el 22.

Ahí empieza la segunda etapa, que es espera a que a uno lo llamen para iniciar el trámite. La sala de espera es pequeñísima, un lugar diseñado para 10 personas aloja a 30. Empieza la tensión con el personal cuando algunos no pueden completar sus trámites por problemas formales y salen enojados, no es para menos, pasaron toda la noche en la calle y vinieron vaya a saber de qué recóndito lugar de España solo para eso.

Nuevamente empiezan las charlas, asisto a un debate sobre el cultivo de marihuana en las Canarias y en Marbella. Además me hago experto en búsquedas laborales para la temporada invernal en Andorra. Por fin, luego de una hora y pico me atienden, no tengo problemas con el inicio del trámite, presento los papeles y me mandan a pagar unos 30 euros aproximadamente al banco. Salgo, y voy al BBVA a efectuar el paga, nuevamente me encuentro con las mismas personas, pero ahora en la cola del banco. Claro que esta es una cola pequeña que va rápido.

En la cola del banco, no casualmente, está Miguel detrás mio, quien no solo tienen que ir al banco, sino que tiene que ir a comprar un sobre al correo, distante unas tres cuadras, para que le envíen su certificado de antecedentes penales a Marbella. Así que lo acompaño y luego desayunamos un café con leche una medialuna en un café por ahí.

De vuelta en el consulado, a esperar, charlas, quejas, calor, sueño, cansancio. Cada uno que sale es un triunfo, hasta que me llega el turno, completan mis datosd en la PC, llena algún que otro papel y me mandan a esperar un poco para tomarme las huellas digitales. Espero unos 5 minutos, me sacan las huellas, y por fin me puedo ir. Son las 13.10, han pasado 9 horas desde que llegué, toda una aventura.

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Una semana despuésn, cuando pasé a retirar los documentos encontré un cartel indicando que el consulado se trasladaría en breve a un nuevo edificio en la calle Golla. Oí que las condiciones de este nuevo edificio son mejores que las del de la calle Ortega y Gasset, pero desconozco si ha habido cambios de eficiencia administrativa.


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